Shigemori Mirei creó más de 200 jardines a lo largo de todo Japón, si vas a cualquier jardín zen o de piedra en Kyoto, es muy probable que haya sido diseñado por Mire. Su mirada vanguardista y transgresora a principios del siglo 20 introdujo líneas rectas y cuadriculas que revolucionaron el diseño de los jardines japoneses y que hoy, décadas después, se mantiene tan relevante como siempre.
«Si miras este jardín, no puedes decir que época es, es eternamente moderno, ese era su concepto». Dice Fujita, el sacerdote de Komyo-in. El jardín «sin época» en cuestión, era el Hashin no Niwa, un jardín creado en 1939 muy conocido en Kyoto por sus colores otoñales, sus líneas fluidas de musgo y su trabajo dinámico en piedra. Este Jardín tiene 75 piedras únicas, escogidas a mano y aunque fueron puestas en un espacio planificado y controlado, de alguna manera siguen expresando el espíritu libre y salvaje de su creador: Shinegori Mirei.
Mirei fue un paisajista, probablemente uno de los más famosos del Japon postguerra. Durante cerca de 30 años, creo más de 200 jardines por todo el país, la mayoría santuarios y templos budistas. Aunque se hizo famoso diseñando para lugares más tradicionales, no era un artista convencional. La misión de Mirei era posicionarse fuera de las estrictas reglas del diseño de jardines tradicional y expresar un nuevo estilo de creatividad. Nunca recibió formación ni fue a una escuela de jardinería, todos los diseños de Mirei surgieron puramente de su capacidad artística innata y sus experiencias de vida.
Cuando hablas de jardines japoneses, uno puede imaginar un jardín zen minimalista y estereotipadamente estructurado, palabras como «paz», «calma», «serenidad» podrían venirse a la mente, pero la belleza de los jardines de Mirei viene desde la fuerza y la naturaleza primitiva de su diseño, evocando impresiones mucho más «salvajes» y «ruidosas»
Antes de ser paisajista, Mirei fue un artista, se dedicó a la ceremonia del té, los arreglos florales Ikebana y a la pintura. Incluso desde joven empezó a diseñar, creando un salón de té a los 18 años. Se dice que él disfrutaba el Ikebana más que cualquier otra cosa, pero que las reglas le parecían muy restrictivas. El sentido estético y sensibilidad que le servirían más adelante, se remontan a esa disciplina de base y al conocimiento del arte tradicional japonés, aunque también recibió influencias de la filosofía occidental, de hecho cambió su nombre a Mirei en honor a François Millet, artista francés al que admiraba y que su nombre se pronuncia «Mirei» en japonés.
Pero, que hace que sus jardines sean «eternamente modernos?» Lo primero es su uso de la piedra, a Milei le encantaba trabajar con piedras y la forma en que él las ubicaba, transformaba las piedras en obras de arte, casi como esculturas vanguardistas. Puede que una sola piedra no sea capaz de contar una historia, pero su conjunto en el jardín hace que se cierre el círculo, con un cierto tipo de armonía y equilibrio a través del caos. La forma en que Mirei diseñó la capa de suelo fue igualmente importante, aunque pueda parecer simple, su uso de arena blanca y musgo en líneas rectas para expresar modernidad junto a líneas diagonales para expresar movimiento, revolucionó la lógica visual de los jardines japoneses.
La primera obra maestra de Mirei fueron los cuatro jardines que creo para el templo Tofuku-ji en 1939, estos jardines sentaron las bases de su jardín «eternamente moderno», incluso más tarde en su vida el mismo dijo que «no podría superar los jardines que construyó en Tofuku-ji».
El trabajo de Mirei puede servirnos como ejemplo para reconocer oportunidades de romper con ciertas lógicas arraigadas en algunas disciplinas que puedan ir más allá del estilo, aunque la reflexión siempre tiene que ser acompañada por un conocimiento acabado de la lógica en la que se quiera interceder. Avanzar desde la humildad, pero con ambición abrazando los procesos es importante para entregar nuevos sentidos y significados a lógicas que parecen agotadas.