En 2020 cuando empezó la pandemia, empecé a hacer la rutina de ejercicios de la app Nike NTC, entrenamientos cortos que hacía en el living de mi departamento, de a poquito se iban poniendo más largos e intensos, empecé a acompañarlos con música (además de las instrucciones, porque era con videos). El hecho de darle otra salida a la energía que había empezado a «no gastar», ya que no podía salir de mi casa y caminar las cerca de 1 o 2 horas que caminaba diariamente, hizo que me sintiera conforme conmigo mismo, mi cuerpo más relajado para enfrentar el día laboral, super bien.
Después de algunas semanas y terminar los dos primeros niveles (creo), lo dejé.
Siempre se empieza con una primera renuncia; seguramente una mañana me desperté más tarde, tuve que irme directo al computador a trabajar, cuando tuve un rato, me duché y seguí con el día. La mañana siguiente (que no sé si fue la siguiente, en realidad, es de la que me acuerdo) me di cuenta de que no había hecho el ejercicio el día que me tocaba, me sentí un poco mal, sentí que fallé, pero después de esa sensación muy cortita, sentí una rara sensación de alivio.
En principio esos ejercicios fueron un hábito que quería cultivar, si bien no lo hacía todos los días, sentía que partiendo por algo me iba a ir acostumbrando e iba a poder sumar más días y así seguir hasta ser como La Roca 💪🏻, mucha gente se alegraba cuando les comentaba que lo estaba haciendo, le recomendé la aplicación a algunas personas, pero después de un tiempo, se transformó más en una rutina, igual que otras, algo que estaba esforzándome por hacer que me gustara, siempre supe que era algo que me hacía bien y estando bien puedo disfrutar mas de otras cosas, pero en el contexto en que se me estaba dando y la situación en que me ponía sentía que era mas una carga que una via de escape, aunque lo disfrutaba no era algo que sencillamente me naciera.
Esta no fue la única cosa que deje de hacer, lógicamente he abandonado pasatiempos, oficios o incluso personas. Siempre he valorado mucho a las personas que he tenido cerca, crecer en una familia disfuncional hizo que mucho de los malos hábitos con los que crecí (pero con mucho amor) fuesen difíciles de cambiar, pero conocí a muchas buenas personas que tomé como ejemplo, ellos, con sus aciertos y errores, inconscientemente me fueron formando y siempre les voy a estar agradecido, pero es importante saber darse cuenta de que las relaciones se mantienen de manera natural, y cuando sientes que estás dando más de lo que recibes, aunque sea desinteresadamente, siempre puedes empezar a decir que no.
En general no soy una persona de abandonar, al contrario, me gusta mucho comprometerme. A veces es algo bueno, como cuando aprendí a usar Photoshop y a hacer flyers para tocatas hace ya casi 20 años, o cuando sigo escribiendo en este sitio, a pesar de no recibir ninguna retribución. En otros casos, mi deseo por decir que si me ha perjudicado, por ejemplo, en cuantos trabajos malos te has mantenido solo por lealtad? Cuanto estrés has soportado por cumplir metas arbitrarias? Por qué se hace tan difícil decir que no y he estado tan dispuesto a comprometerme?
Cambiar mueve al mundo.
Como saber cuando decir que no
A veces, decir que si abre puertas, ya sea a una persona, una idea, una oportunidad, pero cada «sí» implica decirle que «no» a algo más, eso es una cuestión que amerita pensar, cuanto me va a costar este «sí»? Me siento cómodo con la idea de cerrar otras puertas?
Entonces, como saber cuando es un «sí» o un «no»? Antes de aceptar cualquier oportunidad que aparezca en el camino, es importante empezar por preguntarse lo siguiente:
Esto encaja con mis valores? Que es lo más importante para mí? Como quiero gastar mi tiempo? Esta oportunidad me va a acercar a mis metas o va a llevarme más allá? Aunque esta sea una buena medida, no puede ser la única. Por ejemplo, un centro cultural en el que trabajaría en comunicaciones, encajaría con mis valores (retribuir a la comunidad artística, ser un buen ciudadano), pero para un «sí», se tiene que chequear más de un solo criterio de los que dije antes.
Cual es mi mayor prioridad ahora? Estoy tratando de pasar más tiempo con mi familia o mis amigos? El último año me he enfocado en crecer profesionalmente en un lugar que me permite tener recursos y espacio para poder dedicarme a hacer otras cosas en el tiempo que tengo libre, esa posibilidad me ha hecho decir que no a otras oportunidades donde quizás tenga un trabajo más emocionante, pero no quiero perder las posibilidades que me entrega el actual, gracias a él, tengo tiempo para tomar más proyectos freelance e involucrarme en proyectos de menor escala que no tengan recursos o incluso iniciar proyectos propios. Es decir, dije que no a otro trabajo, para mantenerme en este, pero poder trabajar más, es raro, pero el «sí» y el «no» no son permanentes ni aplican igual para todo, de todas maneras, sea cual sea el caso, nunca es tarde para abandonar.
Esto me va a ayudar a crecer? Idealmente, un «sí» debería abrir puertas, enseñarte algo nuevo, ayudarte a desarrollar una habilidad o talento. Esta es la gran razón por la que he renunciado a algunas cosas: siempre la misma lógica y hay mejores maneras de gastar ese tiempo y energía. Que es lo bueno? Que mi «no» a ese algo, crea una oportunidad para que otra persona que lo necesite en ese momento particular pueda decir «sí».
En mi trabajo diario, estoy en un entorno corporativo, donde usamos mucho nuestras agendas para poder reunirnos en el contexto del trabajo remoto. Cuando en alguna reunión se resuelve antes de lo que teníamos agendado, la mayoría de las veces alguien dice «bueno, ganamos algo de tiempo», lo que siento que es como medio raro, porque es como si el tiempo fuese una cuestión que podamos guardar y tener con nosotros, que podamos dar y recibir.
Esa manera de entender con positivismo tóxico la idea de aceptar desafíos, considerar como valorable el agobio o forzarnos a hacer cosas en función de una productividad que no tiene mucho que ver con nuestra naturaleza, no necesariamente va a hacernos crecer, a veces lo más sano puede ser quedarte en tu zona de confort por un tiempo, al menos para cuidar de ti y recargar energías, a ratos es difícil poder entender nuestros rechazos como oportunidades, pero hasta incluso esa manera de entender nuestro bienestar podemos abandonarla y no, nunca va a estar mal.
Quizás no es tan raro como parece, quizás ese es el punto y el poder de «abandonar», casi siempre vemos el «no» como una puerta cerrada, cuando en realidad es como una habitación vacía que podemos rellenar con nuestro próximo «sí».
Es importante saber elegir, pero aún más importante es saber que siempre está la posibilidad de abandonar.